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Messi, el chico que sólo quería jugar al fútbol

Terminado el Mundial de Brasil todos opinamos, todos escribimos, todos somos DT.

Pero el tema que destaca de este lado del mundo es Messi. Si, ese pequeño hombrecito que dicen es el genio actual del fútbol, que para unos es el mejor de todos y para otros es simplemente un buen jugador. Pero su más contundente fracaso ha sido este Mundial de Brasil 2014.
Yo mismo escribí en FB esto:
De nuevo demostró que va como obligado a todo con la selección argentina. Siempre queda en deuda y lo siguen idolatrando y «esperando» a que aparezca el genio. Un MUNDIAL ¿no es el momento de «aparecer»?
Se enojaran algunos pero el tipo sigue demostrando que No se siente argentino, es español y más que nada es catalán. Creció en Cataluña, se hizo jugador en Cataluña, en argentina apenas jugó en baby. Su vida la ha hecho en Cataluña. Eligió jugar por Argentina por su padre, no más.
Los argentinos los idolatran y babosean con tener al mejor del mundo, pero el tipo ni el himno sabe.
OJO, si el guri que Real Madrid se llevo de Nacional a sus campos, un día se hace estrella, acá seremos igual.
Messi se hizo jugador en Barcelona, sólo sabe ser un crack con Barcelona. Si lo sacan de ahí no es más que un muy buen jugador, con algunas genialidades esporádicas y chau.
Por eso me da miedo que usen a Suarez para resurgir a Messi y elevarlo de nuevo.
Un gran jugador, si, pero ni ahí de ser el genio de Maradona, que brillaba sólo, en cualquier equipo que estuvo y en la selección se comía la cancha, sentía la camiseta como nadie.

Hoy leo un artículo (gracias a una amiga) que escribió Ernesto Morales en Mundoclay y no puedo más que compartirlo porque es lo mejor que he leído sobre Messi y sobre todo jugador profesional que hoy vive envuelto en una vorágine de pirañas, siendo que sólo soñaban con «jugar el fútbol». Léanlo por favor:

La única vez que vi a Lionel Messi en persona, delante de mí, dos cosas me llamaron poderosamente la atención. Primero: era mucho más frágil de lo que imaginaba. Exceptuando sus piernas, desde luego, todo en él me recordaba a un niño. Si su estatura es 8 centímetros más baja que la mía, su torso es la mitad de estrecho que el de un adulto promedio, como si se tratara de un adolescente cuyo tórax no se terminó de desarrollar.

Segundo: Lionel Messi no disfrutaba aquel espectáculo de luces y flashes y autógrafos pedidos y cámaras de televisión con reporteros que, como yo, intentaban obtener una reveladora entrevista suya. Recuerdo haber pensado: este chico, solo quería jugar. Y lo han traído de la mano a esto.

Era el año 2012, acababa de ganar su tercer Balón de Oro, y estaba en Miami como parte de esa gira esperpéntica llamada “Messi & Friends”, organizada por la fundación que lleva su nombre, donde se desarrollaban partidos entre dos equipos-frankenstein, armados a como diera lugar con jugadores estelares, para exhibición y recaudaciones benéficas.

La lectura del marketing podría ser esta: “El mejor jugador del mundo dedica sus vacaciones a jugar fútbol para recaudar dinero con fines benéficos”. La lectura un poco más profunda sería otra: “Un chico que solo quería jugar al fútbol, debe cumplir también en sus vacaciones con obligaciones, sin descanso, porque la maquinaria de dinero, de publicidad, exige fundaciones como la suya, benéficas, para paliar los impuestos millonarios a sus ingresos”.

De repente debía ganar más dinero para que le quitaran menos de su dinero. Y del dinero de su padre. Y del dinero que le generan Adidas, y Head & Shoulders y Doritos y la retahíla de transnacionales que pagan por su imagen. Y Leo Messi, cuando empezó todo esto, con cinco añitos, solo quería jugar al fútbol. Esa linda y sobrecogedora palabra: jugar.

Cuando Lionel Messi me firmó el tennis que guardo en una vitrina de mi casa, apenas me miró, aquella tarde en los vestuarios del Sun Life Stadium. No miraba a nadie. No podía. Sus pupilas no tenían forma de fijarse en ningún punto concreto: tenía cien flashes encima, ocho cámaras de televisión, y un cordón de guardaespaldas liderado por su tío que no por ser su tío tenía la complexión del sobrino. Es bajo como él, pero es un pequeño Neandertal con brazos de orangután. Tengo el recuerdo grabado en la memoria con espantosa fijación: aquel chico, tres años menor que yo, literalmente no podía dar un paso con libertad. Su cara era una forma de la angustia sobrellevada.

En los vestuarios del stadium de Miami conversaban y se cambiaban esa tarde, con total naturalidad, futbolistas de élite como Radamel Falcao, Didier Drogba, Fabio Cannavaro y Diego Forlán. Ellos podían, aunque fuera a trompicones, tener una vida normal. Se tomaban un par de fotos, hablaban entre ellos, socializaban incluso con nosotros los periodistas. Lionel Messi no. Adidas exigía, como parte de los acuerdos contractuales de esta gira benéfica, seguridad personalizada a toda hora y en todo sitio. Y a toda hora y en todo sitio incluía también las duchas. Messi no podía bañarse y cambiarse en el mismo vestuario que el resto.

Y todo esto había empezado en un barriecito de Rosario, Argentina, veinte años atrás, con un chiquillo que solo quería jugar al fútbol.

Messi no nació normal. Además de la deficiencia hormonal que le obligó a mudarse a Barcelona en su infancia para recibir tratamiento durante años, nació con una forma leve de autismo descubierta por el psiquiatra y pediatra austríaco Hans Asperger.

Cuando en este 2014 Messi dijo que no sabía nada de sus cuentas bancarias y deudas con Hacienda, que todo eso lo llevaba su padre, difícilmente no estuviera diciendo la verdad. No solo porque su genio es para el fútbol, no para la economía y la mercadotecnia, sino porque él solo ponía las piernas. Su síndrome de Asperger da para una concentración extraordinaria en un asunto (en su caso el fútbol), y para nada más. Los cerebros que controlan los hilos de su nombre y su marca y su cotización, empiezan en su padre y terminan, quién sabe, en una red de abogados y firmas donde cada cual saca su apetitosa tajada.

A Messi, su padre le decía: “Tú juega al fútbol. Déjame el resto a mí”. El chico al que ni la escuela, ni otros deportes, ni la televisión ni los viajes le interesaban, el rosarino pequeñito de 10 años, al que solo le interesaba inyectarse los muslos para poder jugar al fútbol, de repente se descubrió debiéndole 35 millones de euros a Hacienda.

Cuando Lionel ganó su primer Balón de Oro, en 2009, el escritor uruguayo Eduardo Galeano dijo que a Messi deslumbraba verlo porque no había dejado de jugar como un chiquilín de barrio. Era verdad. Así jugaba Lionel. Y así no juega ya. Por el camino, en esa línea que debía ser recta entre un deportista fascinantemente talentoso y el deporte que solo quiere practicar, han entrado a jugar otras demasiadas variables que en nada son poéticas ni ingenuas como la palabra jugar.

De repente Messi se vió con un peso sobre sus hombros: ser el sustituto de Maradona. Él no lo pidió. El solo pidió jugar al fútbol. Pero su país y nosotros, los hinchas, le otorgamos esa empresa como quien envuelve el mapa del tesoro en la piel de un animal, y lo pone en manos de un héroe que debe partir.

De repente se vio, además, como una industria de hacer euros. Lo mismo posando en calzoncillos, que vistiendo los carnavalescos trajes de Dolce & Gabbanna, que lavándose la cabeza con champú que de seguro ni usa. Pero eso le decían sus asesores, sus familiares, sus abogados, que debía hacer. Un rasgo distintivo de los síndromes de Asperger es su noble capacidad para obedecer. Messi terminó siendo como todos quisieron que fuera.

Y después vinieron los Balones de Oro. No importaba que él solo balbuceara una y otra vez que solo quería jugar al fútbol. Nada de eso. Tenía que ser la estrella del circo. Tenía que exhibirse como el principal gladiador del coliseo romano. Uno tras otro los Balones de Oro que la FIFA le arrebató a una revista francesa, madre de la iniciativa. Toma. Ahí los tienes. Eres el mejor del mundo. No nos basta con tu juego hermoso, divertido, de fantasía. No es suficiente con que hagas más bello este deporte todavía. Tienes que ser nuestra cabeza de turco. Nuestro fantoche. Algo que vender, porque te van a comprar: eres demasiado bueno.

¿Porque él los quería? No, casi de seguro: porque nosotros los queríamos. Nosotros, los consumidores adictos al fútbol. Los que exigimos cada vez más torneos, aunque los futbolistas tengan cada vez menos piernas. Y nosotros pagamos por eso. Pagamos por camisetas, por membresías de clubes, entradas a stadiums, juegos de Playstation, posters. Nosotros pagamos, la industria pone luces, cámaras y acción; los futbolistas, llámense Messi, o Cristiano, que pongan sus muslos y sonrían.

Y uno termina preguntándose si aquel chico se acordará, entre tanta vorágine y tanta podredumbre, de que él solo quería jugar al fútbol. Como otros queríamos ganarnos la vida escribiendo, otros bailando, y otros pintando cuadros. Divertirnos, solo eso.

El primer gran enemigo de la FIFA, casualidad macabra, es el hombre cuya Historia ha atormentado al rosarino Messi, sin ninguno de los dos quererlo. Es un atorrante incontenible, un comunista vomitivo y futbolista sin comparación posible, llamado Diego Armando Maradona.

Maradona se ganó la animosidad de la FIFA por hacer algo impensable, digamos: denunciar a los cuatro vientos que esa banda de rufianes que había organizado al fútbol alrededor de cuatro letras, se comportaba como una mafia sonriente con todo el poder del mundo, sin oposición o control posible.

Muchos se preguntan, de no haber sido Maradona el enemigo declarado de la FIFA si su carrera habría sido truncada de forma tan escandalosa por aquel positivo a la endorfina, en 1994. No era el primero, no sería el último en dar alterado en un test de doping. Con Maradona, el bocón, el bastardo, no hubo atenuante posible. La FIFA sonreía.

Hoy, rebelarse contra la FIFA es prácticamente imposible si quieres patear balones de manera profesional. El organismo tiene impunidad para, por ejemplo, no pagar impuestos y derogar leyes vigentes en los países donde celebra sus torneos si estas afectan sus intereses económicos. Y está dirigida por un señor mayor llamado Joseph Blatter desde hace 16 años. Blatter es solo 10 años más joven que Fidel Castro, y para mí, oriundo de un país donde las entronizaciones del poder han sido cosa de más de medio siglo, me aterra cualquier mandato demasiado extenso. Más, si el organismo dirigido se autodefine como sin fines de lucro y tiene fondos de reserva en bancos suizos (la casa natal de Blatter) por mil millones de dólares.

Y esa es la organización que decide las vidas de chicos como Lionel, como James, como Suárez, como Cristiano. Jóvenes de entre 20 y 28 años que comenzaron viendo el fútbol no como un empleo, no como una forma de hacer dinero, no como mira un lobo de Wall Street los indicadores del Dow Jones: apenas niños que querían divertirse jugando al fútbol.

Las lágrimas de Cristiano Ronaldo al recoger su segundo Balón de Oro, no tienen falla: eran lágrimas de presión. Lágrimas de tensión acumulada. De miedos impuestos por una industria donde todos, sus seguidores y detractores, le exigimos cada vez más, cada vez mejor, cada vez más espectacular. El colmo de lo grotesco: Cristiano Ronaldo debió jugar la final de la Champions League con una orden comercial en su cabeza: “Si marcas un gol, te quitas la camisa, vas hacia el corner, y gritas y sacas músculos, lo más fuertemente que puedas”. ¡Filmaban una película sobre él! ¡Había que lanzar más carne al hambre del espectáculo!

Cristiano, como Messi, solo quería en un principio jugar al fútbol. Hoy, ambos, son los gladiadores que ganan millones despedazándose en medio del coliseo, mientras nosotros decidimos, en las gradas, si con un pulgar arriba o un pulgar abajo, se les perdonan o si se les salvan sus vidas. Nosotros los hemos puesto a pelear entre sí. Probablemente sin nosotros, sin la industria que nos satisface el morbo de la rivalidad malsana, ellos serían amigos o poco menos.

Admitámoslo: esto es grotesco. Esto es una mierda.

Alguien depositó en las neuronas de Lionel Messi una responsabilidad: tienes que ser el mejor de todos los tiempos. No basta con que juegues maravilloso. Tienes que ganar el Mundial, de lo contrario, no serás el mejor de todos los tiempos. Así llegó este chico a Brasil. No como quien viene a una fiesta, lo que debería ser. No como se va a competir con dedicación, pero con disfrute. No. A él se le exigía golear, correr, y ganar.

Se lo exigía Adidas. Se lo exigía el contrato de mejor pagado del mundo que firmó con Barcelona. Se lo exigía su mercantil padre. Se lo exigía la separatista Catalunya. Se lo exigía una Argentina donde ni siquiera tuvieron a bien ponerle inyecciones de crecimiento cuando chico. Se lo exigía una legión de detractores que, crueles como somos los hinchas futboleros, emplea adjetivos mordaces y destructivos, adjetivos que vendrían bien a asesinos seriales o dictadores de pueblos, no a jóvenes que corren detrás de un balón. Se lo exigía yo. Sí: también se lo exigía yo mientras veía hoy el partido con mi hijo de seis meses sobre mis piernas.

Messi ha fallado. Messi miraba al cielo en el momento de mandar ese tiro libre a las nubes. El mismo que otras veces se clavó en la red, hoy fue a parar al cielo de Río a donde doscientos mil argentinos ponían sus rezos para que el equipo no se fuera así, sin más. Y Messi era el culpable. Era culpable de no estar ya a su mejor y más rutilante nivel, y, oh pecado, era culpable de no ser ya el mejor de la Historia.

De repente lo recordé caminando delante de mí, dos años atrás, firmándome aquel zapato con las pupilas dilatadas por tanto bullicio y luces alrededor de él. Recordé su cara de angustia, de quien quiere desaparecer y tumbarse en el sofá a ser un tipo simplemente normal: la misma cara con la que recogió, en el sopor de la máxima humillación, el último premio que todavía hoy le tenía la FIFA listo, contra toda lógica y toda comprensión.

Yo vi a Messi esta tarde y de repente sentí lástima por él, y por la tragedia silenciosa que es toda esta profesionalización, esta industria de circo, descarnada, indoliente, donde tantos futbolistas se han suicidado y a otros tantos les ha explotado en la cancha el corazón; esta industria donde se coronan a héroes y se desguazan a derrotados; esta cultura despiadada donde miles de periodistas como yo escribirán hoy sus crónicas de la derrota y con un dedo señalarán, señalaremos, todos a Lionel Andrés, un muchachito de un metro sesenta y nueve centímetros, medio autista y medio genio, que no pidió ser el mejor de nada, que no soñaba con Balones de Oro ni cláusulas de 250 millones en Barcelona, y al que solo, en realidad, le interesaba poder divertirse un poco jugando al fútbol.

Vale la pena difundir ese artículo, esa crónica. Este es su link: http://mundoclay.com/news.php?art=448

messi trofeos

URUGUAY, el país más grande de AMERICA

Gritar, quedar afónico, lagrimear, abrazarse, reirte y saludar a un desconocido que también está como vos, todos embanderados con la hermosa bandera uruguaya, con camisetas celestes y unidos todos en un mismo tema.
Es que URUGUAY ES EL CAMPEÓN DE AMERICA, EL REY ABSOLUTO, con sus 15 Copas.Uruguay_CLAIMA20110724_0222_19

Pero hoy haremos un post con los dos uruguayos típicos, el gris y amargo de siempre, y …. bueh, y yo, Mariolo.

Uruguay Campeón, en opinión del uruguayo gris.
Cierto cierto que Uruguay es el Campeón de América, y que fue cuarto en el mundial. Y me alegro, más bien que me alegro, quién dice que no?.
Pero seamos realistas, no puedo salir a festejar, no puedo andar gritando, embanderandome y baboseando a todo el resto de América. Yo soy «realista», pero otros me dicen amargo o gris, ja
Uruguay fue al mundial de pura casualidad, por ganarle a Costa Rica apenas. Y el grupo que os tocó, que parecía de los más difíciles, era el grupo que la Fifa armó para Sudáfrica, para el anfitrión; para que ellos fueran pasando de fase y llegaran lo más lejos posible, «una atención» de la Fifa con los organizadores.
Ta, ahi reconozco el mérito de ganarle a los locales y a México. Y luego heredamos el camino trazado para los locales. Claro que tuvimos que ganarle a Corea y lo hicimos bien, pero a Ghana le ganamos con suerte, con mucho c… suerte.
Y luego, con Holanda y con Alemania jugamos bien, no lo niego, hace rato no se juega así, pero no ganamos.

Y ahora la Copa América. Salimos segundos del grupo, y no primeros como todos suponían.
A Argentina le ganamos en los penales, o sea con suerte. Además Messi en unos minutos nos bailó, che. ¿Qué pasaba si Muslera no le ataja a Tevez?, o si Romero atajaba?. La historia se terminaba a hi y listo. Y luego la final fue contra un pobrecito Paraguay.
No nos engañemos, está bueno que hayamos ganado la copa, es muy lindo, pero no nos creamos que somos los reyes del mundo. Yo «soy realista».

Uruguay Campeón, en opinión de un hincha … de Mariolo
Estoy de acuerdo en algunas cosas que dice el de arriba. O sea, estoy de acuerdo en los hechos, NO en cómo lo encara.
Uruguay llegó raspando al mundial, cierto, pero tenía más equipo que muchos que andaban en el montón de las eliminatorias. Si, se que los partidos se ganan con goles, no con merecimientos.
Y también es cierto que en el mundial heredamos el camino hecho para Sudáfrica, no se puede negar. pero ¿y qué?.
Los morochos no supieron seguir y, sin embargo, Uruguay le ganó a ellos y a un México que venía muy entonado, sintiendose campeones de … Luego se le ganó bien a Corea y con Ghana se tuvo esa suerte que siempre hay que tener. ¿Cuántas veces nos quejamos de la mala suerte, de las pelotas en los palos, etc?. Bueno, ahora agradezcamos de la buena suerte. La mano de Suarez no lo hace cualquiera, seguro no lo hacía un ghanés, porque no sienten el fútbol desde que se inventó, como nosotros.

Y en esta Copa América la cosa es distinta. Ya fuimos pensando en ganarla, aunque los argentinos hicieran el fixtura pensando en ellos, en Brasil y en Chile. Si, en Chile. Porque pusieron a Uruguay como cabeza del grupo C, pero en realidad ese grupo lo hicieron para Chile.
Y yo, Mariolo, dije a los que me conocen, en cuanta reunión de amigos salía el tema, antes de la Copa, que Argentina y Brasil no llegaban a nada, porque no tienen equipo. Y me discutían, y yo no sabía nada de fútbol, etc etc.
Claro, yo tengo un micrófono, no tengo una pantalla. Ahora todos hablan de la decepción de los grandes, de las sorpresas.
Argentina y Brasil tienen muchas estrellitas, jugadores muy buenos, pero NO TIENEN EQUIPO.
El fútbol de hoy se juega en equipo y Uruguay, por primera vez, ha entendido esto y lo está demostrando. Justo Uruguay, el que la remaba de atrás, ahora les da clases de Grupo, de Equipo, de Procesos de años, a los demás países de la zona.
Messi es un genial jugador, un tipo que hace de goma la pelota, un verdadero crack, el mejor del mundo dicen, y puede ser.
Yo creo que es el mejor de Europa, y jugando con Barcelona.
A ver, toda su magia la hemos visto siempre y solamente jugando por Barcelona. ¿Nadie se pregunta o nota eso?
O sea, es un genio, sin discusión, pero lo demuestra en un EQUIPO donde tiene 10 compañeros muy buenos que juegan con tales, como Equipo. Y si, ahi se divierte.
A Argentina viene a cumplir, porque su DNI se lo manda. El tipo, por más que lo niegue ante la prensa, se siente español, mejor dicho, se siente Catalán, es Catalán.

Cierto que se prendió unos minutos contra Uruguay, pero los celestes supieron aguantar el chaparrón y luego se emparejó. En el 2º tiempo de ese partido, Uruguay tuvo varias oportunidades de gol, igual que los porteños. Y ta, los penales serán lotería o no, o será también que hay dos jugadores enfrentados y gana uno de ellos. Esto fue más que un penal atajado, fue una convicción de un equipo que quiso ganar y otro que simplemente hizo acto de presencia.
Luego, Uruguay ganó por ser el mejor, así de simple. A un Perú que está resurgiendo del pozo en que había quedado en las eliminatorias: bien por Markarian. Y a un Paraguay que llegó a la final de regalo casi. Pocas veces se vió una final donde uno pasara, literalmente, por arriba al otro.
Brasil, lo mismo que Argentina.
Chile … no se. Estaría bueno que esa autocrítica, que ahora hacen los porteños, la hagan también los chilenos. Porque uno no comprende esa euforía, esa pedantería para con los demás del continente, creyéndose campeones de antemano, pero luego se vuelven con las manos vacías. Y no es la primera vez, ojo. No poseen NINGUN trofeo de real importancia, ¿entonces? … Autocrítica, muchachos.

Así que con algo de suerte, sin dudas, pero con una actitud nueva, que no se veía hace muuuucho, con un fútbol bien planteado, sin ser muy bueno ni nada, simplemente siendo concientes de las limitaciones y plantándose en la cancha, marcando y sorprendiendo, así este URUGUAY es el MEJOR DE AMERICA.
Esa sorpresa al marcar al contrario apenas saliendo de su propio arco, eso es muy bueno, eso es un punto muy alto de esta selección del Maestro Tabarez. Fijarse simplemente en los 2 primeros goles de la final, arrancan cuando, tanto el Ruso Perez como el Caha Arévalo Ríos, marcan en campo paraguayo y sacan los pases de gol.
Y luego que tenemos la suerte, la gran suerte, de tener 3 tipos de delanteros que son excelentes y juegan en equipos de calidad en Europa. Cosa que no nos pasaba hace mucho rato.
Y LA ACTITUD.
Yo también era como mi amigo el gris, yo también insultaba a los Recoba, Fonseca, Montero, etc. Los tipos eran como soy hoy los argentinos o brasileros, venían a cumplir.
Hoy, estos muchachos del Maestro vienen a jugar, sienten la camiseta, sienten la bandera.

Una cosa de la que muchos hablan, es cuando cantan el himno. Y si, es algo que eriza la piel a nosotros, pero que ha sorprendido a los demás.
Uruguay entra pisando firme en los partidos (no digo que ya entra ganando, epro si muy firme) desde que canta el himno.
Se lo comentaba a Samy, mi mujer, y comparaba con los All Black, la selección de rugby de Nueva Zelanda. Ellso hacen su famoso grito de guerra indígena e imponen respeto, vaya si lo imponen. Esta selección de fútbol de URUGUAY impone respeto desde que entona el himno patrio. Algo que, por suerte, viene contagiando al público, a los jóvenes que, ahora, cantan y sienten el himno. Que en cierto modo es un grito de guerra, ese «la patria o la tumba» y el «sabremos cumplir», imponen …

Así que yo festejo, y quedo ronco, y lagrimeo de emoción, si señor. Porque yo comencé a alentar a esta selección en las eliminatorias; y discutí con los que no la veían en el mundial, los que no daban un peso, los mismos que ahora apoyan sin condiciones. Y cambié mi actitud, que traía de los 90, porque veía en esta selección a un grupo con GANAS. Y, como dice la Catalina, yo soy de los que la vengo alentando desde siempre y estoy muy feliz.
Que salimos 4º en el mundial, que hemos tenido suerte, si ¿y qué?.
Si los brasucas o los porteños, a cuales más altaneros, hubiesen logrado lo mismo en un año, estarían haciendo carnavales y programas eternos. porque Brasil ya ganó un mundial a pura suerte, en Corea, y festejaron como nunca, y sin embargo los alcahuetes de acá decían que era «el mejor».

ARRIBA URUGUAY, SOMOS NOTICIA EN EL MUNDO.

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Lo que dejó el triunfo de Uruguay, la derrota de Argentina

Esto lo escribí para Facebook, pero visto los comentarios que están habiendo, lo traslado para este sitio también, lo comparto.

No soy lo que llaman «periodista» deportivo (aunque si comunicador, pequeño aprendiz de mi amiga Liliana Díaz). Sin embargo, siempre he tratado de ver el fútbol más allá de fanatismos, que los tengo (sip). Y tanto no le erro; pero claro, no tengo un micrófono o una cámara, como muchos payasos que vemos a diario (y eso que yo también soy payaso).

A la celeste la vengo bancando desde hace rato, a ESTA celeste, a este equipo. Porque no se asemeja en nada a los que nos veníamos viendo antes, aquellos que no se jugaban la camiseta. Esta selección fue la que me despertó esas ganas de ir al estadio a alentarla; y fui con mis primos, con amigos. Fui cuando muchos seguían criticando y diciendo que no clasificábamos al mundial. Y fui contra Costa Rica y ahi siguieron diciendo que nos veníamos enseguida. Pero resulta que luego, esos se subieron al carrito que pasaba pintado de celeste. Y hoy esos los vemos gritando por la celeste, BIENVENIDOS. Claro, están esas mujeres que jamás supieron para qué lado va la pelota, y hoy critican lo que sea y festejan lo que sea. Esas que si yo las critico, me saltan con todo, pero si lo hace La Catalina se ríen y se reconocen en sus críticas.

Y cuando dije que Argentina no tenía nada, que era un rejunte de estrellitas, varios me salieron al cruce de que no era así, que era un equipaso y bla bla.
Los pocos testigos que tengo, saben lo que dije: «Argentina tiene buenos jugadores que son estrellas en Europa, pero NO son un equipo. Y Batista no sabe nada de fútbol, y encima el cree que si».

Fernando Niembro es un «periodista» que no banco mucho, más bien poco, poquito; pero resulta que en su análisis con bronca de ayer, me hizo coincidir en un todo, estoy de acuerdo en todo lo que dijo.

Escuchaba a Pinzón, en Fox, que hablaba de la soberbia de los argentinos, que se creen ganadores de todo, pero en realidad vienen perdiendo a todo, y en todo.
O sea, esto de ayer fue el sopapo final, parece, que los ha hecho ver la realidad. No digo a todos, pero a muchos si. Parece.
Vienen quedando eliminados de todo, pero aún así no caen, no se dan cuenta. Perdón, no se daban.
En las juveniles quedan eliminados, no ganan, y en los mayores también.
HAsta los periodistas urugayos, y hasta simples hinchas del fútbol, han caído en esa creencia de que Argentina es una potencia. Y NO; actualmente, y desde hace raaaaato, no lo es.

¿No me creen?, me quieren discutir que no hace tanto que esán en decadencia?. Bueno, lean esta nota de Daniel Arcucci, en La Nación:

SANTA FE.- Uno no sabe si el cuerpo tiembla por el frío, que baja en forma de bruma helada sobre ese estadio que buscó la reconciliación toda la noche. O si tiembla, tal vez, por la incertidumbre que transmitió, también durante toda la noche, un equipo argentino que siempre bailó en los extremos del sueño y la pesadilla, desde sus individualidades extraordinarias hasta sus errores infantiles o a su funcionamiento precario. O tiembla, cómo no, por la emoción de un clásico rioplatense digno de su historia, imperfecto pero electrizante, con enormes atajadas de Muslera y de Romero, con fantásticas demostraciones de talento de Forlán y de Messi sin la coronación que siempre significa un gol.
Uno no sabe por qué tiembla y no quiere que esa duda se defina por penales, pero allí se llegó: si los triunfos maquillan defectos, las definiciones por penales le agregan épica a las victorias y les regalan la excusa del azar a la derrota. Y hay que huir de esa tentación.
El cuerpo tiembla, en realidad, por una frustración, una más, que vuelve a tener explicación. Como la tuvo la de Sudáfrica, hace un año nomás. Y la de Venezuela 2007, un poco más atrás, y la de Alemania 2006, la de Perú 2004, la de Japón-Corea 2002, la de Paraguay 99, la de Francia 98, la de Uruguay 95, la de Estados Unidos 94? Nos hemos acostumbrado, en todos estos años, a explicar derrotas, más o menos injustas, más o menos justificadas, pero siempre lacerantes.

¿Recuerdan cuando nosotros no le ganábamos ni a Bolivia?, cuando teníamos selecciones con estrellitas y quedábamos eliminados de todo?. Bueno, eso es lo que le sucede a Argentina hoy, pero son más soberbios y no se dan cuenta, no se daban.

Hoy son vistos por el mundo como unos payasos

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AGREGADO:

Esto lo agrego hoy, lunes 18, tras seguir viendo los diferentes canales, como Fox o ESPN, TyC, etc.

En la mesa de ESPN dicen cosas parecidas. Por ejemplo están diciendo que, y comparando con Uruguay, ellos no tienen un proyecto. Que Uruguay llegó a la final del mundial sub 17 y ellos quedaron eliminados. Que ellos en juveniles no le ganan a nadie, entonces no tienen una escuela, que no tienen un proyecto.
Hablan del globo que inflan los medios, las publicidades, antes de un campeonato y como engaña a la gente y luego caen o se pinchan así.

Y seguimos. Hoy en Fox, canal que suele inflar a los argentinos, están haciendo una catarsis que nunca vi.
Siguen opinando más o menos lo mismo todos.
Si, es cierto que estos son los mismos que le daban a Argentina como que fuera campeón del mundo, pero me gusta lo que veo ahora.
Y a eso es que quiero llevar la atención.
El cachetazo que les pegó Uruguay, que se sumó a los sopapos que ya le venían dando Bolivia, Colombia y Costa Rica misma (aunque acá se pensaron que ya estaban de vuelta, que Messi era el del Barça y todo olvidado, sólo porque le ganaron a una sub 22 de COSTA RICA) .. decía, el cachetazo de Uruguay los ha hecho reaccionar como no recuerdo, creo que nunca, habían estado los argento.

Hoy hablaban de que no marcan, que en su soberbia, ellos mismos lo decían, ponían a Messi, a Higuain y Di María y ya pensaban que ganaban todo. Arman los equipos de adelante para atrás y hace 20 años que pierden todo.
Piden que se armen de atrás para adelante y ponían de ejemplo a los 4 finalistas.
Uruguay, un equipo que marca, Perú lo mismo, Venezuela espera firme que lo ataquen para salir de contragolpe.
En fin, tema largo, pero yo creo que esta vez, el cachetazo fue muy duro y estan haciendo una autocrítica que nunca les había visto.